Carlos Delgado es un artista abstracto contemporáneo colombo-canadiense con reconocimiento mundial que vive entre Colombia y Canadá. Sus composiciones abstractas no representan la imagen de algo o alguien específico; en cambio, son la manifestación de las experiencias, recuerdos, emociones y su propia interpretación del entorno del artista. Estas creaciones abstractas han obtenido un gran reconocimiento por parte de galerías, coleccionistas y otros artistas de todo el mundo.
Carlos ha sido ganador de varios premios de arte de la Fundación de las Artes de Toronto, el Consejo de las Artes de Toronto y el Consejo de las Artes de Canadá, así como un ex artista en residencia en la Galería de Arte Contemporáneo Power Plant en Toronto.
Su trabajo se ha mostrado en exposiciones grupales e individuales en Canadá, Colombia, Suecia, Francia y Rusia. Además, ha sido coleccionado por coleccionistas privados en América del Norte, América del Sur, Europa, Asia, Australia y Medio Oriente.
Declaración del artista
Estoy fascinado por la forma en que los seres humanos se expresan y se relacionan entre sí dentro de nuestros sistemas modernos. El entorno en el que me encuentro, incluidos todos los aspectos culturales y sociales, son las influencias y los temas de mi trabajo. Dentro de estos sistemas, trato de encontrar los elementos humanos, esas expresiones sutiles de nuestras emociones, experiencias e historias que nos hacen únicos y, al mismo tiempo, nos conectan entre nosotros. A través de mi trabajo de retratos abstractos, me enfoco en la forma sutil en que se expresan estas experiencias humanas, ya sea en nuestros gestos faciales, en la forma en que ocupamos y compartimos el espacio entre nosotros, o la forma en que nos presentamos al mundo.
Mis dibujos y bocetos son mis traducciones instantáneas de la amplia gama de emociones que me rodean. Ya sea la forma en que alguien mira en una dirección particular o la forma en que evita el contacto visual en un espacio público. Todas estas son máscaras que usamos en público, máscaras que, aunque lo intenten, no ocultan la complejidad de nuestro ser humano emocional. Los bocetos capturan una emoción particular y miran más allá del caos de la máscara y las realidades cotidianas para encontrar las historias emocionales de las personas que me rodean. Se crean de forma rápida y orgánica para no perder nada de la sutil autoexpresión compartida a través de una mirada, una postura, un gesto o una mirada.
Traduciendo estos momentos, creo pinturas abstractas, a menudo jugando con las técnicas de hacer marcas con una espátula y dejando que la pintura forme y entrelace orgánicamente las diferentes emociones que todos tenemos. Los rostros en las pinturas no son una persona en particular, sino que son la traducción emocional del mundo que me rodea, de muchas personas en una, incluyéndome a mí. Son el reflejo del mundo en el que vivimos y al mismo tiempo nos relacionamos. Las paletas de colores se forman orgánicamente a través de un proceso de estratificación y reflejan muchos estados en un momento dado. Por ejemplo, una pieza oscura puede parecer triste y nostálgica al mismo tiempo que esperanzadora y fuerte. La emoción humana y la experiencia de esa emoción nunca se manifiestan de una manera simple, como tal, las pinturas y los dibujos invitan al espectador a encontrar su propia historia dentro de ellos, permitiendo un sentido de relación. En un mundo donde hay mucha desconexión entre nosotros, donde coexistimos juntos en los mismos espacios y, sin embargo, no estamos conectados, mi trabajo espera conectarnos con esas experiencias sutiles que nos hacen a todos humanos.